Imagina esto: Eres el empleado más eficiente de tu equipo. Cumples tus metas antes que nadie, entregas resultados impecables y nunca dejas una tarea pendiente. Tu recompensa: más trabajo. Mientras, tus colegas menos productivos siguen su ritmo, sin presión adicional.
Esta no es una ficción: es la cruda realidad que revela un estudio de la Universidad de Duke, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology. Y explica por qué muchos talentos terminan quemados o renunciando, no por falta de capacidad, sino por exceso de injusticia.
El fenómeno: "Castigamos la eficiencia"
La investigación descubrió que:
Los jefes asignan hasta un 20% más de carga laboral a los empleados más productivos.
La lógica (fallida): "Si lo hace rápido y bien, puede con más".
El resultado: Estrés, desmotivación y rotación de los mejores talentos.
Dato clave: El 68% de los trabajadores eficientes considera injusta esta dinámica (y con razón).
¿Por qué sucede esto?
Sesgo del "buen soldado": Se confunde disponibilidad con capacidad ilimitada.
Falta de métricas claras: No se mide el esfuerzo invisible (gestión de carga mental, horas extras no pagadas).
Cultura del "premio tóxico": Equivocar reconocimiento con explotación ("Te doy más trabajo porque confío en ti").
Consecuencias para las empresas
Pérdida de talento clave: Los empleados eficientes son los primeros en irse cuando encuentran entornos más justos.
Clima laboral envenenado: Resentimiento entre equipos y percepción de favoritismo.
Productividad ficticia: A corto plazo se cumple; a largo plazo, se colapsa.
Cómo romper el ciclo (soluciones prácticas)
Para líderes y equipos de RH:
Recompensar, no sobrecargar: Bonos, flexibilidad o desarrollo profesional (no tareas extras).
Distribuir cargas equitativamente: Usar herramientas como matrices de capacidad para asignar trabajo.
Escuchar activamente: Encuestas anónimas sobre carga laboral percibida.
Celebrar el "no" saludable: Empoderar a los empleados para fijar límites sin culpa.
Reflexión final: Justicia sobre eficiencia
El estudio de Duke nos deja una lección incómoda: Las organizaciones que premian la eficiencia con explotación están cavando su propia tumba. El futuro del trabajo exige:
Líderes que protejan a sus talentos, no que los consuman.
Culturas que midan el bienestar, no solo la productividad.
"Si quieres retener a los mejores, deja de castigarlos por serlo".
TRANSCRIPCIÓN DEL ARTÍCULO:
AMBIENTE LABORAL
NO PAGA SER EFICIENTE
Las personas que rinden en su trabajo son propensas a terminar sofocadas por su propia eficiencia. Un estudio de la Facultad de Negocios de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, encontró que los jefes les imponen más carga laboral a quienes hacen bien su trabajo, lo que hace que se sientan más agobiados en comparación con los menos productivos. Debido a que estos trabajadores tienden a cumplir sus metas a corto plazo en un menor tiempo, dejan su trabajo porque no consideran justo que les pongan más carga que a los demás.
Para no perder estos buenos trabajadores, los expertos recomiendan a los jefes que a los más productivos les reconozcan sus esfuerzos y no los premien con más labores.
El trabajo apareció en Journal of Personality and Social Psychology.
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