domingo, 23 de agosto de 2020

Abundancia o escasez.

De cómo vemos el mundo dependerá lo que de él obtengamos

Hasta hace un par de años, no había escuchado nunca el concepto de la mentalidad de abundancia o de escasez. Me lo empecé a topar en algunos blogs, podcasts y un par de libros. Me pareció muy interesante, porque es algo tan básico que atañe a todos, independientemente de a qué nos dedicamos, en dónde vivimos y qué edad tenemos. Aplica a todos los ámbitos: trabajo, familia, relaciones humanas, situación económica, etc.
La idea principal es: Claro, no es una receta de cocina o un switch que uno se prenda o apague para catapultarse al éxito, ¡ojalá lo fuera!. Pero curiosamente, cuando uno empieza a hacer consciencia sobre esto, se da cuenta que todos tendemos de forma natural a la mentalidad de escasez, por todo lo que vamos aprendiendo inconscientemente desde chicos en el núcleo familiar, y con los años continuamos absorbiendo esa mentalidad en la escuela y en los trabajos. 

Seguro te sonarán frases clásicas como: “El dinero no crece en los árboles”, “Le voy a robar el proyecto a la competencia”, o “Tengo muy mala suerte, nunca me toca”, “Espera lo peor para que no te desilusiones”, “No le voy a contar la idea porque me la va a robar”, etc.

La idea básica de la mentalidad de escasez y de abundancia la ilustra muy bien Stephen R. Covey en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, en el cual plantea que la gente con mentalidad de escasez piensa que lo que el mundo nos ofrece es finito, es decir, que para que nos toque “una rebanada más grande del pastel” debemos quitarle a alguien más; y que para que nosotros ganemos, alguien más tiene que perder. De forma opuesta, la mentalidad de abundancia promueve la idea de que “hay suficiente para todos”, siempre obtendremos lo que necesitamos si sabemos cómo y dónde buscar, y esto no implica quitarle nada a nadie.

La mentalidad de escasez es limitante, podría parecer algo positivo en un principio como tendencia a mejorar, a cuidar lo que tenemos o a no conformarnos, pero mantener esta actitud requiere un gasto de energía, genera estrés, siempre se busca la confrontación y en ganar a costa del otro.

En cambio, en la mentalidad de abundancia hay suficiente para todos. Nace de un lugar que va más allá del ego, es inmune a la crítica, a la ambición desmedida y a la competencia desleal.
Ojo, no equivale a conformismo, falta de empuje o de deseos de superación. La diferencia es que en esta mentalidad las oportunidades y los recursos no están limitados, y están al alcance del que los quiere buscar,  el avance se percibe como un ganar-ganar, no como un “gano a costa de que el otro pierda”. Estos ejemplos ilustran muy bien:

Mentalidad de abundancia:

Éxito significa beneficio mutuo o para todos los involucrados.

Reconoce que hay oportunidades ilimitadas de crecimiento y desarrollo.

Entiende que hay 3 formas de hacer las cosas: la mía, la tuya y otra mejor.

Aprecia la diversidad y las diferencias con otros.

Crea sentimientos positivos de crecimiento, interacción, superación.

 Mentalidad de escasez:

Éxito significa mi beneficio a expensas de los demás.

El éxito de amigos, familiares o conocidos no le alegra sino le da envidia y se siente amenazado de quedarse atrás.

No le gusta compartir crédito, reconocimiento, poder o beneficios de negocios o proyectos.

Rechaza la diversidad y diferencias, porque las ideas distintas a la suya las percibe como deslealtad o amenaza.

Crea sentimientos negativos porque nunca nada es suficiente, el éxito ajeno me aleja del éxito propio.

Trabajé muchos años en empresas trasnacionales, empresas que mantienen unos niveles muy altos de competitividad dentro de su industria. Viendo hacia atrás, reconozco cómo el éxito era siempre percibido derrotando al competidor más cercano, robándole un cliente o dejándolo fuera de alguna oportunidad. Era mal visto frecuentar los entornos de la competencia, ver a colegas de otras empresas, ir a sus eventos, etc. La mentalidad de quedarse con “una rebanada más grande del pastel” era lo que regía el día a día, en vez de pensar en cómo “hornear otro pastel”. Ingredientes había.

Cuando fui concientizando todo eso, me propuse ser más intencional en la mentalidad que tengo cada día, en las actitudes y pensamientos que rodean cada una de mis actividades. No es fácil, porque las ideas de escasez más arraigadas a veces siguen saliendo a flote, pero es un trabajo diario.

Llevando la mentalidad de abundancia a mi terreno práctico:

Generar más fuentes de ingreso, en vez de recortar gastos.

Fomentar oportunidades de nuevos proyectos mediante colaboraciones con colegas, o compartiendo ideas.

Invertir (tiempo, dinero, esfuerzo) en mi aprendizaje, en experiencias y en fortalecer relaciones personales. Esas inversiones siempre reditúan.

El mercado para mis productos/servicios se puede ampliar en la medida en la que genero demanda.

Ser generosa con mi tiempo, con mi conocimiento, con mi atención. Mientras haya gente a la que pueda apoyar, seguramente también habrá otros que me quieran apoyar a mí.

Buscar formas alternativas de financiar una iniciativa de trabajo o personal antes de renunciar a ella.

Estar más cerca de los colegas y amigos, porque en bloque nos fortalecemos.

 Y a ti, ¿se te ocurren algunas más?



Fuente del hipertexto: https://www.inconfundiblemente.com/mentalidad-de-abundancia-vs-mentalidad-de-escasez/



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